
Alejandra es muy friolera y tiene un perro que se llama Bowie. Para ella encontró otro seudónimo: Amaranta. Se fue hasta la aldea de Macondo y eligió a la mujer que siempre luchó contra su corazón, a la mujer de ‘Cien años de soledad’ que preparó su muerte con antelación. Amaranta Hank es una periodista colombiana –como García Márquez– que prefirió ser estrella del porno. Es siete veces más fuerte que tú (y que yo), alta y con unas curvas que la endiosan. Un día pasó por Madrid camino de Barcelona y antes de nuestra cita se quedó dormida en un baño del Museo del Prado. Cuando despertó charlamos sobre religión, hipersexualidad, narcos y proceso de paz. Nació en Cúcuta, ciudad fronteriza con Venezuela, la Perla del Norte de Colombia. Está a punto de aterrizar en nuestro país para rodar. Hay que advertir que tiene una debilidad, las películas de terror de serie B.
¿Tengo curiosidad por saber cómo es Cúcuta?
No te pierdes nada. Es una ciudad pequeña, justo en la frontera, que durante décadas no ha tenido ni dios ni ley. Todos los gobiernos han sido muy corruptos, hay muchos intereses porque es una de las fronteras de Latinoamérica donde más dinero se mueve, legal y de contrabando. Ahora, con la crisis económica y los problemas venezolanos, todo se ha colapsado. Cúcuta siempre fue un lugar de nuevos ricos, de nacer en una chabola de madera y cartón y acabar con complementos de oro y conduciendo un todoterreno último modelo. En mi reportaje ‘Relatos de frontera’ conté que uno termina siendo parte del ambiente porque es lo único que conoce. Y tampoco es un lugar bonito. Lo que es incomparable es la gastronomía. Hay una bebida de arroz fermentado, el masato, que está impresionante.
¿Tiene buenos recuerdos de su niñez?
Siempre fui una cerebrito, siempre traía buenas notas a casa. Mi familia era muy humilde, mi papá era obrero de la construcción y mi mamá, modista. En Tierra Caliente, los hombres suelen ser muy perezosos. Quien sostenía la casa era mi mamá. Mi papá murió cuando yo tenía 13 años. Recuerdo que en la casa había un mueble viejo con libros, casi todos religiosos. Me encantaban como libros-objeto. El primer libro que me leí completo fueron ‘Las profecías del papa Juan XXIII’, una pesadilla.
Quiere decir que creció en una familia muy católica.
Sí, llegué a ser catequista y mi hermano es músico de gospel. Toda la familia era muy activa en la iglesia, en la comunidad
¿Fue feliz?
No, siempre busqué la aceptación. No encajaba en ningún lado, no sé por qué. Nunca tuve una mejor amiga, mi relación con las mujeres no era muy cercana, con las personas mayores tampoco. Pero seguía destacando por mi fluidez e inteligencia, no me importaba hablar en público de lo que fuese.
¿Qué pensaba ser de mayor?
Quería ser la primera presidenta de Colombia. A mi papá le gustaba mucho la política y me llevaba de pequeña a reuniones. Me gustaba aprender pero era muy rebelde, me sentía defraudada en la escuela.
¿Cómo sobrellevó la muerte de su padre?
Significó mucho. Era un hombre muy machista, un mal tipo. Mi madre se sintió liberada y a los dos meses ya tenía un novio. Me entró un conflicto tremendo, le corría los novios a mi mamá… tuve una etapa fuerte de odio y violencia, contra el mundo, contra todo. Se acabó mi etapa religiosa, odiaba a Dios, a mi hermano por asumir el papel de hombre de la casa, a mi familia. Me fui liberando poco a poco. Un novio me ayudó a esa catarsis.
¿Guarda como un tesoro su primer beso?
Sí, claro, me lo robó un tipo muy feo. Me besó como obligada y lo peor es que me enamoré durante días. Él era muy feo, el beso fue rico porque sus labios eran suaves, pero el era muy feo (risas). Tenía 19 años y yo 13.
¿Fue mejor su primera experiencia sexual?
Pues no sé, mi novio de 19 años –yo tenía 14– empezó a presionarme, a decir que quería tener sexo y que si no se lo podía dar yo, tendría que buscarlo en otro lugar. Y cedí ante esa estupidez. No sentí absolutamente nada y saqué como conclusión que era lesbiana y dejé de tener sexo durante un año. Como lo hice presionada, no disfruté ni sentí nada.
¿Cómo era físicamente?
Era muy bonita, preciosa, con el cabello largo, era muy caderota y la cintura muy pequeña. Era muy linda, de repente me cambió mucho el cuerpo.
¿Cuénteme por qué decide estudiar Periodismo?
Un profesor de castellano me sugirió estudiar Comunicación y me gustó. Me llegué a imaginar siendo presentadora. Estudié en la Universidad de Pamplona, en Cúcuta. Es la segunda ciudad más importante de la región. También me gustaba Derecho. Apenas entré, me metí en los canales de televisión de la Universidad y dije, esto no es para mí. Todo el día diciendo estupideces delante de una cámara me deprimía. Luego hice radio, tampoco me gustó mucho. Hasta que me llegó un correo, por mi actividad en Twitter, de un famoso periodista de Colombia. Me dijo que posara para su revista y le dije que yo no quería posar, quería escribir. Escribí un artículo sobre la frontera y al otro día lo publicaron en la revistas Soho. A raíz del reportaje, donde había contrabando, narcotráfico, prostitución y sicarios, me insultaron y amenazaron.

He leído que que fue directora de la Feria del Libro de Cúcuta durante 3 años, que trabajó como jefe de prensa y editora de ficción de dos importantes editoriales.
Sí, de hecho alguien importante del mundo editorial me quiso lanzar al estrellato como gran novelista colombiana, pero criticaba que fuese con escote y saliese así en las fotos, me decía que los escritores no me tomarían en serio, que me quitaba credibilidad. Peleé mucho, no me podía creer que alguien no me aceptase por mi escote. Llegué a pensar que me haría novelista famosa y que un día sacarían mi vídeo porno. Esa idea me excitaba también. A veces soy silenciosa y retraída, pero frente a la cámara cambio totalmente, pero solo teniendo sexo. Me transformo cuando hago sexo.
¿Y ha encontrado una explicación?
Soy depresiva crónica y siempre vivía muy insatisfecha sexualmente. Tengo algo que se llama hipersexualidad, no es ninfomanía, no me pasa con cualquiera. Cuando cojo no paro, soy insaciable. Me lo dijo un psiquiatra aunque no sé si clínicamente existe. Siempre estaba insatisfecha, y por eso siempre buscaba otra persona, pero en un pueblo pequeño, si te acuestas con dos tipos, dirán que eres una puta. A mi me chocaba mucho eso desde pequeña porque a los hombres, si se acuestan con muchas, son más machos, y a nosotras nos llaman perras. Entonces pensé que en el porno tendría lo que no me daba nadie en mi vida sexual. Ahora he cambiado, busco cosas diferentes, más química y complicidad. Antes me conformaba solo con una verga.
¿Qué ve más sucio, el negocio del porno o el del periodismo?
El periodismo. Sobre todo el regional y en mi país. El nacional o mundial también tiene sus manos sucias, pero en Colombia, el país se está construyendo desde las regiones y en las regiones se está informando mal porque la información la dicta el político de turno. Y Colombia está penetrada por la corrupción, por eso el ciudadano siempre está mal informado. A mí me amenazaron varias veces y un periodista amigo, que cubría la información judicial, andaba con escolta por un salario de mierda.
Se hizo famosa (y viral) por un vídeo casero en el que interpretó a una monja que toca el cielo a golpe de consolador y vino…
Sí, cuando hice ese vídeo, que, por cierto, es malísimo, le dije a mi mamá: “voy a hacer un vídeo porno”. Y ella empezó a repetir “¡pero en qué falle, en qué fallé!”. Estaba muy en desacuerdo pero siguió charlando, todo parecía ir bien hasta que alguien le contó que la grabación tenía elementos religiosos. Me dejó de hablar. Y casi hasta hoy. No hay buena relación desde que murió mi papá. En parte, por la semejanza física con él, y un poco por la personalidad.
¿Era la primera vez que grababa escenas sexuales?
Sí, lo grabé en mi casa de Bogotá, salí insegura con mi cuerpo porque no estaba delgada, nunca lo he sido. Soy trocita (gordita) pero me di cuenta de que lo hacía bien. Era mi primer vídeo y no quería hacerlo con nadie. Si fracaso, diré que es periodismo de inmersión (risas). En dos días tenía un millón de reproducciones y la página colapsada. Compré un servidor que tenia que ampliar constantemente.
Y luego va y monta otro vídeo donde desvirgaba a un joven de su país…
La prensa le dio mucha importancia, me expuso muchísimo. Me asusté, fue muy de golpe. Me puso a la defensiva. Quería afianzar mi posición feminista, eliminar esa creencia de que me hice actriz porno porque me gusta que me follen los hombres. No es así. La sumisa no soy yo y no lo seré nunca. Al final fue un poco ridículo.
¿Cómo se lleva con el feminismo?
Respeto mucho su trabajo. El otro día estuve viendo la película sobre las sufragistas y es increíble su lucha. Pero también creo que algunas posturas radicales de hoy son ridículas. Claro que quiero la igualdad social y de condiciones laborales entre hombres y mujeres. El machismo es malo para el propio hombre porque también le reprime a él. Y tampoco voy a caer en el odio al hombre porque sí, muchas veces son las mujeres las que practican ese machismo. Hay que ser iguales y libres sin hacer daño a nadie.
¿Se notan las diferencias entre los hombres colombianos y españoles?
Pues sí. Recuerdo que leía a un escritor colombiano en la Universidad. Un día llegó a la feria del libro de mi ciudad y me hice amiga suya. Para mí era emocionante conocer a un escritor admirado. Me había leído todo, me deslumbró. En un bar me agarró de forma asquerosa y empezó a besarme, muy asqueroso todo. La cagó, cuando ahora me ve se descompone porque sabe que tiene que agradecer que no lo hiciese público. No hace mucho, un ciclista colombiano muy famoso me escribió un montón de basura. Suelo hacer pantallazos y subirlos a Instagram para poner a estos tipos en evidencia pero no lo hice porque se hubiera montado un escándalo tremendo. Aunque él es el que me acosó, la situación quedaría en que yo quería fama exponiendo esa historia. Y tuve que abroncarle en privado, le dije: “No seas ridículo y discúlpate”.
¿Qué le han parecido las denuncias de abusos en Hollywood?
Todo está fuera de control. Kevin Spacey siempre me cayó mal. Su cara, desde American Beauty, me producía estrés. Cuando salió el escándalo pensé en su carrera y en que todo ocurrió cuando tenía 24 años y estaba borracho. Muy pocos pueden decir que no han hecho tonterías así. Situaciones que antes eran desacertadas no sabíamos que eran acoso. Ahora sí y estoy de acuerdo en que se denuncien. Hasta yo me he lanzado borracha a darle un beso a alguien que a lo mejor no lo quería.
¿Siguen las mujeres de su país obsesionadas con la cirujía?
No entiendo por qué queremos que todo el mundo sea igual. Yo me operé para quitarme un gordito (michelín) pero en Medellín todas las mujeres son iguales: tienen el pelo largo hasta las nalgas y de color negro, tienen la cintura chiquita, las tetas igual de grandes, la nalga postiza, la sonrisa diseñada y la nariz perfilada… Ya no está bien nada que sea natural. No sé por qué se impone esa moda, es absurdo. Puede sonar estúpido pero influyen mucho los vídeos de reguetón. Todas quieren ser como las chicas que aparecen en los vídeos. Hay pocas mujeres naturales que son visibles y admiradas. No sabes el bullying que me hacen con el sobrepeso. Para muchos y muchas soy una gorda impresionante. En la naturalidad hay un montón de belleza. Yo no disfrutaría de una mujer operada por todos los lados. Soy fan de las tetas y las operadas no me gustan.
Cada vez son más los que piensan que la educación sexual a través del porno no ayuda en nada a los jóvenes ¿Qué se puede hacer?
Lo peor es que los jóvenes están viendo porno gratis, incluso solo el trailer. Están creándose una imagen falsa de lo que es el sexo en realidad. Por lo general las mujeres estamos muy mal cogidas. Nadie explica a hombres y mujeres cómo dar placer y obtenerlo. Todos piensan que deben tener la verga de Nacho Vidal, y muchos se obsesionan con eso. Falta educación sexual, si se consumiese otro tipo de porno también se buscaría otra belleza, otros cuerpos, en la vida real. Hay que modificar el porno desde dentro.
¿Y usted cómo se ve cuando se mira al espejo?
Me parezco a mi perro, parezco ruda, grande, muy cabezota, pero luego soy un amorcito… Me gustan mucho mis pechos, tengo una sensibilidad especial en ellos. Me enloquecen las tetas grandes, las mías y las de otras mujeres.
¿Es fácil gestionar relaciones personales fuera de su trabajo?
De entrada no busco alguien que me ofrezca sexo fuerte. El sexo no es lo que más me importa. No busco sexo, busco la parte romántica porque el sexo lo tengo en mi trabajo. Mi plan perfecto es pasar toda la noche abrazados viendo una película. Tampoco me gusta que me seduzcan, yo soy la que tengo que hacerlo.
¿Qué suele hacer en su tiempo libre?
Me gusta estar en la naturaleza, buscar el silencio. En ocasiones me gusta salir a escuchar y bailar salsa vieja. En Medellín, donde vivo, voy a un bar de viejitos donde el pianista de 80 años está enamorado de mí y me dedica canciones. La calidad de vida es mejor que en Bogotá. Lo mío es el silencio. Mi paraíso es mi habitación con la puerta cerrada, soy muy austera, no tengo casi nada. Me encanta leer, pero ya no tengo libros en papel, solo electrónicos. Me gusta también el cine de serie B, de bajo presupuesto y soy adicta la las películas de terror malas. Y por supuesto me encanta Lisa Simpson.
Tengo que preguntarle por el proceso de paz en Colombia…
Era algo que tenía que pasar. Mucha veces los colombianos nos hemos tenido que acostumbrar a lo menos malo. En este caso también, el proceso de paz es lo menos malo. Claro que hay muchas cosas escondidas y sapos que tragarse, pero han sido mas de 50 años de conflicto. Hay fallas sobre todo en el Estado, y hay un mal inmenso que se llama Álvaro Uribe. En Colombia es una religión y toda su gente está llena de odio. En mi caso me sitúo más a la izquierda. De hecho, voy a montar un sistema de gobierno con principios del taoismo, budismo, comunismo y algunos del capitalismo y la pornografía, jajajaja…
¿Cómo se ve en 5 o 10 años?
Escribiendo mucha ficción en un espacio con silencio y naturaleza. Aprendí a convivir con la soledad. Toca escribir en primera persona.