Una pequeña historia de latidos

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Cartel de ‘Corazón de poeta’ y el músico Germán Díaz fotografiado por Xaime Cortizo.

Una pequeña plazuela empedrada en lo alto del pueblo granadino de Salobreña. La llaman El Corralón. Dos músicos (la Brigada Bravo&Díaz) sobre el escenario interpretando canciones de la Primera Guerra Mundial e himnos anarquistas de la Guerra Civil española. La mente perdida junto a mi amiga Alicia sintiendo los latidos de otros tiempos incrustados en una zanfona, una guitarra y en un montón de instrumentos mecánicos con más de un siglo de antigüedad: cajas de música programables, la rolmónica cromática… la huella fonográfica de la Europa bélica. Tras el concierto, nos reunimos con Encarny Tamayo y Colin Bertholet en un paraíso escondido en el casco histórico para beber vino y comer cosas ricas. Ellos me llamaron para que expusiese mis collage sobre platos en el Festival Tendencias. Siempre se lo agradeceré. Recuerdo esa noche porque me dediqué a escuchar, algo que debería hacer más a menudo. Cuando alguien habla con pasión –y allí todos lo hacían– te vas a la cama más tranqui.

Cosas del destino. Otra buena amiga, Sandra, me envío la semana pasada información de un acontecimiento que ocurrirá el próximo 23 de abril en Madrid coincidiendo con Sant Jordi, el día donde mandan los libros y las palabras. La propuesta se titula Corazón de poeta. Música para una intervención. Dos músicos sobre las tablas del Fernán Gómez de la capital. Uno de ellos es Germán Díaz, un tipo de otra época nacido en Valladolid en 1978 y que reside en una diminuta aldea de Lugo. Germán –me acabo de enterar que le conocen como el ‘Jimi Hendrix de la zanfona’– era uno de aquellos músicos que conocí en Salobreña, la mitad de la Brigada Bravo&Díaz. En esta ocasión, Germán estará acompañado de David J. Herrington, otro loco del riesgo musical, un trompetista que ha hecho un pacto diabólico con todos los instrumentos de viento conocidos.

Volvamos al corazón. En 1933, el doctor Miguel Iriarte, prestigioso cardiólogo de la época, grabó los latidos de pacientes con cardiopatías y las editó en placas de pizarra para poder enseñar a sus alumnos el sonido de corazones con disfunción. Mucho tiempo después llegó Germán creó con ellas unas bases rítmicas que acompañan sus composiciones tocadas con rolmónica, órgano de barbaría, cajas de música y playasax . El 23 de abril la propuesta Corazón de poeta estará adornada por proyecciones audiovisuales de diferentes operaciones de corazón y un final feliz, la actuación de La Bien Querida.

En la nota de presentación describen muy bien lo que se verá en el teatro de la plaza de Colón de Madrid: «El interior del cuerpo siempre ha permanecido en absoluta oscuridad. Antes de la Tomografía Axial Computerizada, su mecanismo sólo se intuía, sólo podía sospecharse a partir de los rastros inertes, una vez la sangre había dejado de fluir. Y sin embargo, toda la literatura, la música, el arte… han intentado con denuedo arrojar luz sobre el profundo funcionamiento. ‘Corazón de Poeta’ es orquestar a la máquina latiendo, es mirar, como se mira al infinito, el órgano central de nuestro propio cuerpo».

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